Época: Neolítico
Inicio: Año 7500 A. C.
Fin: Año 6000 D.C.

Antecedente:
Próximo Oriente



Comentario

El estudio del fenómeno de la neolitización en esta zona viene caracterizado, más que por una verdadera entidad diferenciada del resto del Oriente Próximo, por una escasez de informaciones de que se disponen, que dificultan la interpretación y su relación con las zonas del Levante y de Anatolia.
La tradición mesolítica está caracterizada, en un momento contemporáneo al de las manifestaciones del Natufiense, por la tradición Zarziense. De ésta, gracias a las ocupaciones conocidas esencialmente en abrigos y cuevas, el más importante de los cuales sería el de Shanidar, se conocen principalmente la industria lítica, caracterizada por conjuntos microlíticos con geométricos, pequeños raspadores, buriles... Sobre este substrato, hacia el 9000 a.C., el yacimiento al aire libre de Zewi Chemir Shanidar, en la misma zona, muestra un campamento base con un régimen alimentario muy diversificado, con la caza del ciervo, la cabra y la oveja salvaje, complementado por una serie de recursos menores, y con un gran consumo de cereales salvajes deducido a partir de la importante presencia de molinos y demás mobiliario.

Esta tradición mesolítica clara parece estar en la base de las formaciones posteriores, entre las cuales destacan por su novedad y la riqueza de manifestaciones los poblados de Qermez Dere y Nemrik 9. En efecto, a finales de la década de los ochenta se estudiaron estos yacimientos en la zona más oriental del creciente fértil, en el valle de Sinjar, permitiendo conocer, por primera vez y con cierta exactitud, las manifestaciones socioeconómicas de la evolución en esta zona. Estos asentamientos, situados cronológicamente entre el 8000 y el 7000 a.C., es decir, contemporáneos de los horizontes PPNA e inicio del PPNB de la zona del Levante, presentan una arquitectura muy elaborada con hábitats de planta circular (diámetros entre 5 y 8 m), construidos con adobes y con elementos centrales (pilares/postes) a modo de soporte de la cubierta. En el espacio interno, sobresalen estos pilares construidos con un tapial, junto con las estructuras domésticas que se encuentran en el interior, destacando principalmente las banquetas que bordean las paredes. Como en el caso de Anatolia, encontramos unos indicios de adecuación del espacio, reflejados en el asentamiento de Nemriq, que presenta un patio central, pavimentado por guijarros y rodeado de hábitats domésticos. En esta zona exterior se ubicaban las zonas de trabajo relacionadas con la talla de los útiles y armamentos líticos, la zona de preparación y cocción de alimentos (presencia de hogares, silos, áreas de molinos), que se han interpretado como una zona de actividad comunal.

A nivel de producción alimentaria, nos hallamos ante una gran adaptación a la explotación económica del entorno, con una caza bien asentada y el aprovechamiento de los recursos diversos que presenta el medio ambiente próximo. Así, en Qermez Dere se caza un gran espectro de especies entre las cuales las más importantes son la gacela y el zorro, más esporádicamente la cabra y la oveja y con muy poca representación del buey salvaje, équidos y suidos. Entre los recursos diversificados hay que citar pájaros, serpientes y ranas; a este mismo registro hay que añadir el ciervo rojo en Nemriq. Las aportaciones vegetales se ciñen a la recolección de cereales y leguminosas morfológicamente salvajes. Junto a estos registros novedosos se encuentra el de Zewi Chemi Shanidar, donde se muestra la relación privilegiada de estos grupos con los ovicápridos y que ha sido la base de la interpretación de una precoz domesticación de estos animales en la zona del Zagros.

El desarrollo del Neolítico se produce del 7500 al 6000 a.C. Las ocupaciones conocidas siguen limitándose a la zona de los contrafuertes del Zagros, extendiéndose por el área del piedemonte estepario, pero sin alejarse del macizo montañoso. Se dispone, no obstante, de poca información, fruto de una investigación menos enraizada que la de la zona del Levante. A finales del VIII milenio se encuentran poblados con una economía agrícola plenamente establecida. Se trata principalmente de Ganj Dareh y Ali Kosh, los cuales muestran una constitución en verdaderos poblados, con arquitectura rectangular realizada en muros de adobe. Las manifestaciones de los mismos constituyen una indudable unidad cultural y se encuentran en el origen del posterior desarrollo, representado por el poblado de Jarmo. En efecto, el yacimiento más importante para finales del VIII milenio y cubriendo la primera parte del VII, el poblado de Jarmo, constituye la representación de los primeros poblados, que se desarrollan en la zona del Zagros central, representados por Sarab y Tepe Guran.

Se trata de una instalación sedentaria de construcciones rectangulares, construidas en tapial, sobre fundaciones de piedra, con una creciente complejidad del espacio doméstico. Así, las casas son pluricelulares, llegando hasta un total de siete habitaciones. Disponen de unos dispositivos de combustión perfeccionados relacionados con las nuevas prácticas agrícolas (torrefacción de cereales). Se trata de hornos construidos, también en tapial, en el interior del hábitat pero con acceso exterior. La chimenea y parte de la bóveda están ubicados en el interior del muro, mientras la zona de combustión es sobreelevada con respecto al suelo y la abertura, presentando una inclinación para facilitar su funcionamiento.

A nivel socioeconómico, destaca la cierta especialización en la fabricación de un abundante y rico mobiliario de piedra pulida (vasos, brazaletes...), que en el caso concreto de Jarmo le ha valido la interpretación de un poblado de artesanos especializados en la fabricación de elementos de piedra. Esta tecnología avanzada contrasta con la industria lítica tallada, de características muy arcaizantes y dominada por la presencia de microlitos geométricos.

La economía de los poblados se enmarca en las características generales de la zona de Zagros. Es decir, se continúa practicando una caza muy importante, principalmente de gacelas, suidos y ovejas, mientras que la cabra estaría plenamente domesticada. La posibilidad de un nomadismo pastoril con la práctica de una trashumancia estacional se apoyaría en la existencia, junto a los poblados de tipo sedentario, de instalaciones más ligeras interpretadas como pequeños campamentos pastoriles (Assiab, Tepe Guran). La agricultura se encuentra plenamente documentada en todos los yacimientos, con unos cultivos de cereales (cebada, esprilla, escanda) y de leguminosas (lentejas y guisantes).

Resumiendo, la zona del Zagros presenta una documentación que se halla lejos aún de las precisiones de que se disponen para las regiones del Levante, pero los avances progresivos en el conocimiento permiten definir sus principales características.

A nivel socioeconómico y cultural, parece desarrollarse una evolución desligada del área levantina y que puede tener una relación muy significativa con el mundo anatólico. La evolución propiamente económica está muy marcada por unas características propias. Se observa la pervivencia de una explotación natural de los ecosistemas próximos a los yacimientos, aun en momentos en que la producción de subsistencia se encuentra en fase de desarrollo o incluso parece consolidada. Esta particularidad estaría relacionada con la riqueza y variedad del medio ambiente de la zona. La segunda característica es la presencia, desde las fases más antiguas, de un inicio más precoz en el control humano sobre los pequeños rumiantes (oveja y cabra), aunque existan dificultades en restablecer la presencia de animales morfológicamente domésticos. Este fenómeno potenciaría una distribución espacial y de modo de ocupación de tipo doble, con los poblados y las estaciones de pastoreo, vinculados a la existencia de un nomadismo pastoril de tipo trashumante que se potenciaría además con la particular morfología de los valles del Zagros.